Frugalidad; meta espiritual y ecologica

Setsuyaku (frugalidad) en el budismo zen japonés quiere decir eliminar lo que no sirve, pero desde el significado de hacer uso pleno de algo, sin tomar en cuenta lo que es. En un tiempo de consumo compulsivo, cuando se considera una virtud descartar cosas cuando todavía son útiles, la frugalidad es un asunto muy importante.
En El Texto de la Escritura: Versos de la Doctrina (versión china del siglo VII de la Dhammapada), se encuentra una parábola de un diálogo de preguntas y respuestas entre el rey y Ānanda. Este diálogo tuvo lugar después de la petición de Ānanda para obtener quinientas túnicas, que el rey le otorgó, diciendo:
─Gran Sabio, ¿qué harás con las quinientas túnicas que estás recibiendo en esta ocasión?
─Gran Rey, como hay tantos bhikus (monjes) que usan únicas rotas, las distribuiré entre ellos.
─Entonces, ¿qué harás con las túnicas rotas?
─Confeccionaré sábanas con las túnicas rotas.
─Y ¿qué con las sábanas viejas?
─Fabricaré fundas para cubrir almohadas.
─¿Qué con las fundas viejas?
─Se usarán como tapetes para los pies.
─¿Qué harás con los tapetes viejos?
─Se usarán como toallas para los pies.
─¿Qué harás con las toallas viejas para los pies?
─Se usarán como trapos para desempolvar.
Aquí encontramos la verdadera frugalidad, que consiste en no desperdiciar nada. En un mundo de codicia, en el que se tiran tantas cosas a la basura cuando aún pueden tener utilidad, el budismo nos enseña un camino ecológico y espiritual. Y a los niños debemos inculcarles setsuyaku, la frugalidad, que es una virtud que debe aprenderse en la infancia con el ejemplo familiar como referente y como modelo. No se trata de ser tacaños, se trata de necesitar lo justo y saber hacer uso de las cosas. Necesitamos demasiadas cosas y esto nos hace más pobres. El cristianismo nos enseña también ese camino. En el cristianismo la frugalidad es compatible plenamente con la elegancia, los buenos gustos, la buena educación, la generosidad, el ahorro, el dominio de la responsabilidad, el dominio de la voluntad, etc. La frugalidad es la antítesis de la gula, el desenfreno, la falta de moderación, el despilfarro, los antojos, los caprichos, la vanidad, la codicia, la ostentación, etc. La austeridad de vida es una exigencia ética y una virtud cristiana. Por eso, en esa línea, el gran doctor de la Iglesia Católica santo Tomás de Aquino, hace siglos, enseñó que un mínimo de bienestar es necesario para practicar la virtud, pero hay que evitar caer en el desenfreno irracional. En los últimos tiempos se ha dicho, en lenguaje más directo, que no se puede hablar de Dios a estómagos vacíos. En conclusión, digamos que hay un consumo de bienes materiales útiles e indispensables ya que se trata de medios necesarios para el bienestar material y espiritual de la persona humana, pero otra cosa es el despilfarro absurdo y antinatural de esta sociedad en la que vivimos. Y esta virtud debemos comenzar a trabajarla desde ahora mismo, más que nunca. En este mundo en crisis podemos (debemos) aprender urgentemente a valorar las cosas y a reutilizarlas.
lo vi aqui
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