Atención tutorial a estudiantes universitarios

 lo siguiente es una parte del articulo realizado por José Alfonso Jiménez Moreno, para verlo completo, el enlace esta al final.


El fracaso escolar es una problemática existente en todos los niveles educativos, sin embargo, existe una gran importancia para investigar con respecto a esta temática en la educación universitaria debido a las consecuencias institucionales, académicas y sociales que el fracaso escolar a este nivel implica.


El fracaso escolar puede entenderse como una problemática educativa dependiente del alcance de los estándares evaluativos establecidos por la propia institución escolar (Méndez, Maciá y Olivares, 1993; Hernández y Polo, 1993). De esta manera, la determinación de la existencia del fracaso escolar depende de aspectos tales como bajas calificaciones y reprobación, aunque es importante tomar en cuenta de igual manera a la deserción escolar como una variable relacionada con esta problemática.


La causa de esta problemática educativa es diversa. Por ejemplo, Avanzini (1985) afirma que la causa primordial de este problema es la insuficiencia de recursos intelectuales; Portellano (1989) le atribuye el fracaso escolar a factores biológicos y neuropsicológicos, además, asevera que "entre un 30 y 50 por ciento de los casos de fracaso escolar son debidos, en mayor o menor grado, a factores emocionales". Dentro de las cuestiones emocionales relacionadas al fracaso escolar se encuentra una constante historia de fracasos escolares que puede provocar una baja de autoestima (Santín, 1999). Incluso Reasoner (1982, en Santín, 1999) afirma que el alumno con buena autoestima se interesa por aprender y establece buenas relaciones con sus compañeros, además de obtener mejores resultados escolares; resalta así la importancia de una buena autoestima en el rendimiento académico y las consecuencias del fracaso escolar en el sentir y el comportamiento del alumno. Hernández y Polo (1993) afirman que el fracaso escolar proviene de los fallos en la organización de actividades por parte del alumno, así como errores en la planificación de los estudios; además, toman en cuenta el uso de estrategias cognitivas adecuadas para el estudio, sin dejar a un lado la autoestima del propio alumno. Otras variables que pudieran influir en su aparición son la motivación (Méndez, Maciá y Olivares, 1993) y el estrés excesivo que los estudios universitarios representan (Fontana, 1995).



El fracaso escolar en la formación profesional es un fenómeno que presenta orígenes muy particulares. Algunos de ellos son las creencias erróneas sobre la carrera elegida (Miquel, Mauri y Roca, 1980, citados en Méndez, Maciá y Olivares, 1993), el bajo conocimiento de las posibles especialidades del área específica que se estudia (Homs y Sánchez, citados en Méndez, Maciá y Olivares, 1993) y la escasa participación del mismo en actividades extraescolares (Méndez, Maciá y Olivares, 1993). Otros de los factores importantes son las herramientas y habilidades con las que cuenta el alumno de este nivel, incluso puede esperarse que los estudiantes que obtuvieron un buen rendimiento en el bachillerato se encuentren motivados para llevar a cabo un trabajo adecuado en la universidad y que esta variable influya en el posible éxito escolar (Harackiewics, Barron, Tauer y Elliot, 2002). Aunado a esto, Monereo y Pérez (1996) afirman que algunos procedimientos de aprendizaje utilizados por los universitarios pueden facilitar la adquisición de conocimientos; una de esas estrategias puede ser los llamados mapas conceptuales. Estas cuestiones son de gran relevancia al saber que algunos autores como Hernández y Polo (1993) consideran que las instituciones de educación superior infieren que los alumnos cuentan ya con las habilidades necesarias, lo que hace innecesaria una ayuda externa.


Como puede observarse, las causas del fracaso escolar en estudiantes universitarios son, al igual que en otros niveles educativos, de índole múltiple; sin embargo, las cuestiones por las cuales atraviesa el joven en esta etapa de su vida adquieren gran relevancia para su adaptación dentro del contexto universitario y la prevención de un posible fracaso escolar. Dentro de esta perspectiva, Hernández y Polo (1993) mencionan que el joven puede tener problemas de fracaso en el contexto universitario debido a varios factores: el complejo proceso de adaptación a este nuevo ambiente, junto con el escaso conocimiento de la experiencia universitaria pueden producir en el individuo una baja de sus habilidades, la posible falta de adecuación a la carrera elegida, la falta de control de las emociones diferentes a las vividas con anterioridad y las deficiencias de habilidades sociales que permitan enfrentar nuevas situaciones. Aunado a esto es importante tomar en cuenta en la formación profesional que los jóvenes eligen una carrera sin reflexionar las implicaciones venideras de la misma, así como la falta de preocupación sobre las metas futuras (Merino, 1990), lo cual puede influir en la deserción escolar.


Con respecto a lo que ocurre en la formación profesional en México, las cifras son alarmantes, ya que según la Asociación Nacional de Universidades e Institutos de Educación Superior (ANUIES) (2000, en Tejada y Arias, 2003), "de 100 alumnos que se incorporan a la licenciatura, entre 50 y 60 concluyen sus estudios y sólo 20 obtienen un título en los dos años siguientes al egreso". En su reporte de alumnos egresados del nivel licenciatura de 1996, la UNAM informa grandes cifras de rezago escolar, ya que sólo el 58.7% de los estudiantes termina su carrera en el tiempo establecido (ya sea de 8, 9, 10 ó 12 semestres); además, hay que tomar en cuenta el alto grado de reprobación porque en el mismo período, el 70.8% de los alumnos presentó entre 1 y 7 exámenes extraordinarios a lo largo de toda la licenciatura (UNAM, 1996).


En la FESI, de acuerdo con el reporte de actividades del año 2004 del M.C. Ramiro Jesús Sandoval, director de esta facultad, se reportó que en la generación ingresada en el período 1998 - 1999, sólo el 28.6% culminó sus estudios de Licenciatura, de los cuales el 57% logró titularse, aspecto que resulta preocupante para todas las disciplinas que Iztacala comprende.


Frente a esta problemática de fracaso escolar, las universidades e institutos de educación superior de México han propuesto el origen de programas de tutoría académica. La tutoría es definida como "el acompañamiento y apoyo docente de carácter individual, basada en una atención personalizada que favorece una mejor comprensión de los problemas que enfrenta el alumno, por parte del profesor, en lo que se refiere a su adaptación al ambiente universitario, a las condiciones individuales para un desempeño aceptable durante su formación y para el logro de los objetivos académicos que le permitan enfrentar los compromisos de su futura práctica profesional" (ANUIES, 2000, en Tejada y Arias, 2003, pág. 26). La tutoría intenta promover el desarrollo de habilidades académicas y sociales para la mejora académica del alumno, sin dejar de lado la orientación que pueda ofrecer para otras áreas de la vida de los estudiantes. Sin embargo, es complejo determinar el nivel de efectividad que ha tenido esta clase de trabajo en los estudiantes universitarios, ya que de la información empírica que se ha obtenido en su aplicación en facultades y escuelas ha sido poco documentada.

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