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Si el “yo” en el fondo no existe y es causa de sufrimiento, cuando compro algo “para mi” en realidad estoy comprando sufrimiento. Cuando compro algo, lo pago. Lo que compro “es mío”. Y cuando posees algo, es tuyo, es para ti inicialmente, a no ser que compres algo para “regalarlo a otra persona”. En este caso no compras para ti sino “para otro” y tal vez te haga sentir bien por el hecho de hacer feliz “al otro”. Esa es la diferencia en la economía budista: compras para dar, para “regalar felicidad” o proporcionar abundancia a los demás. El dinero en sí, como expresa el budismo, no es intrínsecamente ni bueno ni malo. Nuestras acciones son las que pueden derivar en actos que generen sufrimiento o por el contrario felicidad.

La subsistencia correcta es uno de los requisitos del Noble Camino Óctuple del Buda. Los medios de subsistencia correcta budista, aplicados a la economía, nos dicen que deberíamos trabajar para generar felicidad y en un trabajo que no provoque sufrimiento físico o mental a las personas y al resto de los seres sintientes, ni enfermedades ni dolor. La “Plusvalía Budista” consiste en repartir buena parte del beneficio obtenido (empresario) con quien lo trabaja honestamente (los productores o trabajadores), y éstos a su vez deberían gastarlo en beneficio de los que le rodean y no utilizarlo como fuente de apego y encadenamiento egoísta. El dinero es como el agua, si no fluye “se estanca y se corrompe”. No acumules, simplifica tu vida y “economiza tu libertad”. Invierte en ser libre y liberar a los demás, teniendo lo justo y ganado honestamente. El capitalismo salvaje es el reflejo de la ignorancia y de los apegos atávicos que nos encadenan a la rueda del samsara.

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